domingo, 9 de junio de 2013

Actitud "egoless"



¿Nunca te has sentido un instrumento al servicio del ego de alguno de tus profesores? ¡Cuántos excelentes investigadores se ven obligados a dar clase cuando, en realidad, odian hacerlo! Y a cuántos directivos, ejecutivos y emprendedores exitosos les encanta dar clase en un máster... para tener una audiencia que les escuche y les admire: ¡qué brillante es!

Es lo que denomino "docencia de escaparate", en la que el profesor "se mira pero no se toca". Está ahí para demostrar su altura intelectual, inalcanzable para su sufridos discípulos quienes, a duras penas pueden seguir el ritmo al que dicta las evidencias de su erudición. En pocas palabras: los alumnos al servicio del profesor.

¡Que hagan lo que verdaderamente hacen bien! Unos, investigar y publicar; otros, dirigir o emprender. Y que den clase los auténticos apasionados por la docencia. Así, todas las partes saldrían ganando: ellos mismos, los docentes vocacionales y, sobre todo, los estudiantes.

Sólo concibo una actitud frente a la docencia. Es esta: el profesor está al servicio de sus estudiantes, no ellos al suyo. Está para favorecer su aprendizaje, no para que admiren sus conocimientos.

Porque, en realidad, los estudiantes, además de alumnos son clientes. ¿O no pagan por recibir una docencia del máximo nivel posible? ¿O pensamos que pagan por sentarse a escuchar a eruditos que no se preocupan por su progreso? En la universidad, con el incremento tan sustancial de las tasas, tengo la sensación que los estudiantes van a comportarse cada vez más como clientes. Y si no, al tiempo.

Pues bien, para tener esta vocación de servicio, lo primero que debemos tener es una "actitud egoless". Es decir, dejar nuestro ego fuera del aula. Un buen profesor debe entrar en el aula metido en el marco de referencia de sus alumnos y salir del suyo. Esto no va del umbraliano "yo he venido aquí a hablar de mi libro", sino de "cómo puedo ayudaros aquí y ahora para que interioricéis los conceptos clave de hoy".

Por cierto, si no te sientes capaz de ello, olvídate de la docencia. No pasa nada. No todo el mundo sirve para ella. De la misma forma que no todo el mundo sirve para investigar o para dirigir empresas o para emprender.

O así me lo parece. ¿Y a ti?

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